1.
EL FUEGO
“Vino del
cielo un ruido, como de viento huracanado, que llenó toda la casa donde se
alojaban. Aparecieron lenguas como de fuego, repartidas y posadas sobre cada
uno de ellos. Se llenaron todos del Espíritu Santo…” (Hch 2, 2-4)

Sí. Tu espíritu a veces es
así. Nos llena de ilusión, de energía, de ganas, de planes… Y entonces
parece que nada se puede interponer entre nosotros y tus proyectos
2.
SABIDURÍA
“La
Sabiduría es radiante e inmarcesible, la ven sin dificultad los que la aman, y
los que van buscándola, la encuentran” (Sab 6,12)
Es el tuyo un espíritu de
sabiduría. No la de los títulos ni los créditos académicos. No la del
licenciado o el doctor. No la deltrívial o el saber enciclopédico. No la
de la erudición ni la del altísimo coeficiente intelectual.
¿Qué me ha enseñado el evangelio? De alguna manera,
¿la fe me hace más lúcido? ¿En qué?
3.
BRISA
“…se oyó
una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió
afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva. Entonces se oyó una voz…”
(1Re 19,12-13)
La calma, la paz, la tranquilidad… Esa que no sobra
en estos tiempos tan acelerados. Cuando
la vida se mueve deprisa. Cuando nos agobiamos por tantas cosas. Cuando
uno tiende a vivir abrumado, encogido o preocupado por todo lo que no tiene, no
encuentra, no consigue…
Ahí
llega tu espíritu, que es caricia y sosiego, que es como el temblor ligero que
pone todo en su sitio. Que es luz tenue, pero suficiente para
apartar las oscuridades que nos amenazan.
¿Cuándo es Dios, en mi vida, motivo de calma o
serenidad?
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