lunes, 23 de marzo de 2015

AMOR EXTREMO

La Palabra de la liturgia de este V domingo de Cuaresma me parece riquísima de invitaciones para nuestra vida cotidiana de discípulos del Maestro.
Resultado de imagen de PACTO DE DIOSLa primera lectura de Jeremías nos recuerda la Alianza que Dios quiere hacer con su Pueblo, con cada uno de nosotros. Esa alianza es por parte suya perpetua y fiel. Es Alianza que nace del Amor, de ese Amor que Dios tiene por toda la humanidad y por eso por cada uno de nosotros y -como decíamos ya en otras oportunidades- sin importar nuestros méritos.

La segunda lectura, de la carta a los hebreos, nos presenta un Jesús que “pide suplicante que se le salve de la muerte”. Una oración suplicante que es imagen de las nuestras y que nos enseña que Dios escucha nuestras voces.
Pero creo que el Evangelio es lo que da sentido a las precedentes lecturas. En esta lectura se nos presentan dos cosas: el deseo de “unos hombres” de conocer a Jesús y las palabras de Jesús que nos recuerda “que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo”; es por eso que Jesús nos repite “El que quiera servirme, que me siga”.
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Unos sombres quieren conocer a Jesús… Se acercan a Andrés y Felipe, dos de sus discípulos. ¿Por qué querían conocer a Jesús? ¿Curiosidad? ¿Búsqueda profunda? No sabemos… pero lo que es claro es que Andrés y Felipe se encuentran en un rol de mediación. Sin duda son ellos que le presentaros las primeras noticias sobre el Maestro. Esa actitud ¿no es la que tiene que tener cada uno de nosotros que queremos ser discípulos de Jesús? Ser “camino a Jesús”, intermediarios para que cada persona pueda tener la oportunidad de hacer la experiencia del encuentro profundo con el Dios de la Vida.
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Pero el mismo Jesús en la segunda parte del evangelio nos aclara lo que es de verdad “seguirlo como discípulos”, significa entregarse por Amor, hasta dar la vida… La muerte es algo absurdo por la simple mente humana. Pero para nosotros cristianos la Vida es don de Dios y si reconocemos profundamente eso podemos deducir dos cosas: a) que entonces cada uno de nosotros somos llamados a vivir nuestra vida como entrega, don y b) que esta entrega tiene su precio, su sacrificio, su inevitable dolor como cada entrega de Amor.
Seamos sinceros, en nuestras vida cotidianas hay momentos que se nos hace “exigente”, “doloroso”, nuestra fidelidad profunda y total a Dios. Eso es normal, pero solamente el alimentar contante y concretamente nuestra relación de Amor con Dios puede salvarnos de la mediocridad de una vida cristiana o de las pequeñas o grandes infidelidades en nuestro testimonio cristiano en la cotidianidad.
“El que quiera servirme, que me siga…”

Mingo omi

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