domingo, 15 de marzo de 2015

NO ME AMES...


Hoy la Palabra de Dios de la liturgia nos da la oportunidad de reflexionar y rever nuestra experiencia de vida.
La carta de San Pablo a los cristianos de Éfeso nos dice:”–¡ustedes han sido salvados gratuitamente!– Esto no proviene de ustedes, sino que es un don de Dios; y no es el resultado de las obras…”(Ef, 2,7-8). Esas palabras nos recuerda algo neurálgico en nuestra experiencia de fe: 
DIOS AMA GRATUITAMENTE. NO HAY QUE “HACER” NADA PARA MERECER Su Amor…


Estamos acostumbrados a una sociedad del “dar y recibir” y eso lo hemos asociado también a nuestra experiencia de Dios. Creemos que tenemos que hacer algo para merecer Su Amor. Un poco como los niños que todavía se creen que “tienen que portarse bien” para merecer el amor de sus padres.

Pero el Amor de Dios no es así, es más parecido a un enamoramiento, sin saber nos encontramos que Dios se enamoró de nosotros…

A Dios, como a cualquiera, no podemos decirle “no me ames”. A nadie se le puede impedir de amar… Dios nos ama y no termina de amarnos. Jesús fue el más grande mensajero de este Amor, hoy casi lo llamaríamos “celestino” de esta relación entre Dios y la humanidad. Anunció este rostro de Dios y testimonió con su vida ese Amor.

Delante de este Amor de Dios somos libres de responder con un sí o un no… Pero cuando de verdad se da un encuentro con el Amor de Dios no se puede eludir la respuesta. El Evangelio de Juan hoy nos dice que “ La luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz”.

También hoy estamos delante de una elección, elegir o no la luz del Amor de Dios y responder a este amor siendo “testigos” y “multiplicadores” de éste.

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Hay que optar y no tiene sentido decir “no me ames” para no tomar decisiones.


Mingo omi

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