domingo, 8 de marzo de 2015

ORDENANDO CASA

Mi casa es casa de Oración
(Éxodo 17:3-7I Corintios 1:22-25; Juan 2:13-25) 

Resultado de imagen de limpiar casaEn muchos de los lugares se mantiene la práctica de la limpieza general de la casa después de alguna fiesta particular o después de alguna estación como la del invierno. Después de pasar mucho tiempo dentro de la casa por el frío se siente la necesidad de lavar las paredes, renovar la pintura y pulir los pisos. Es oportunidad también de sacar todo que se ha acumulado y no sirve para nada más que ocupar espacios físicos, desentonar con la armonía y la estética de la casa. 



En el evangelio hoy se encuentra a Jesús haciendo otro tipo de limpieza general en el templo de Jerusalén, en la casa de su Padre, la casa de oración. Jesús acaba de llegar a Jerusalén para celebrar la pascua. Cuando ve los bueyes y corderos en el área sacra, siente el coraje parecido al de una madre viendo al hijo en una situación de emergencia o de violencia. Reacciona de manera muy particular, hasta violenta si se quiere. Hace un látigo de cordeles y los echa fuera. No soporta tampoco ver a los vendedores y cambistas negociando en el lugar dedicado a otro tipo de encuentro, al encuentro con Dios. Su conducta llama la atención de las autoridades judías. Le piden una señal de Dios para justificar tales acciones radicales. Jesús responde con palabras de doble sentido. “Destruyan este templo,” les dice a los judíos, “y en tres días lo reconstruiré”. Ellos entienden las palabras como una amenaza al patrimonio de Israel. Hoy día sería algo similar si se habla de la destrucción de la Basílica de Guadalupe en México o de la de Aparecida en Brasil. Pero Jesús no se refiere a ningún edificio sino su propio cuerpo. Al parecer quería decir que una vez crucificado él resucitaría de la muerte al tercer día. 

Resultado de imagen de limpiar casaEn muchos momentos de nuestras vidas, nosotros como los judíos de aquella época buscamos señales concretas, perceptibles con los sentidos, para seguir creyendo en Jesús y en Dios y queremos hacer negocios en los espacios sagrados, en los espacios de encuentro con Dios. “¿Cómo sabemos que hay vida después de la muerte?” nos preguntamos. “Enséname donde se dice en la Biblia que tenemos que confesar nuestros pecados” nos decía una señora de la iglesia pentecostal en estos días de misión popular en el interior del país. Estas inquietudes son normales en ciertas circunstancias o etapas de la vida pero no pueden ser una constante, la búsqueda es de vital importancia, pero la búsqueda sin encuentro pierde sentido y se vuelve vacía, los sin sentidos en nuestras vidas son parte de la chatarra que tenemos que sacar de nuestra mente durante la limpieza general que debemos hacer de nuestra casa interior, que forma parte de uno de los propósitos de la Cuaresma. Dice san Pablo en la segunda lectura que los judíos piden señales pero los cristianos predicamos a Cristo crucificado, el único signo viviente de entrega y de amor. 

En nuestra limpieza general de nuestra casa-vida queremos mantener en nuestro corazón la fuente del amor, de la fe y de la esperanza, sin las cuales nuestra casa se nos puede venir abajo. No hagamos la limpieza general sólo por ser Cuaresma, ni simplemente para mantener una vida en forma más sana, hagámoslo porque con Jesucristo queremos vidas más íntegras, menos corrompida y más resucitadas, es decir, vidas más capaces de recibir al perdón, al amor, la justicia y la verdad frutos de un verdadero encuentro personal con Dios en su casa, que siempre es casa de lindas y edificantes relaciones humanas y de oración, o en nuestra casa-vida, eso sólo ocurre si lo dejamos habitar en lo profundo de nuestros corazones. Feliz domingo para todos y todas. Que nuestra Madre María Inmaculada los proteja y los acompañe siempre con su cuidado y ternura maternales. 


Atte: P. Héctor Ortega omi.

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