LAS 15 ENFERMEDADES DE LA CURIA (y de la
Iglesia toda…)
Hace unos meses el Papa habló a todos los que trabajan en la Curia Vaticana. Fue un discurso que "sacudió" a todos, quien lo escuchó y quien lo leyó después...
Me parece oportuno volverlo a reflexionar recordando que "estas enfermedades" son de todos cristiano.
1 – ''La enfermedad de sentirse ‘inmortal’,
‘inmune’ o incluso ‘indispensable’... Es la enfermedad del rico insensato que
pensaba vivir eternamente y también de aquellos que se convierten en amos y se
sienten superiores a todos y no al servicio de todos''.
2 – “La enfermedad de ‘martalismo’ (en referencia a Marta), de la
excesiva operosidad: es decir, de aquellos que están inmersos en el trabajo, dejando
de lado, inevitablemente, ‘la mejor parte’: Sentarse a los pies de Jesús. Por
eso, Jesús invitó a sus discípulos a ‘descansar’ porque descuidar el necesario
reposo conduce al estrés y la agitación. El tiempo del reposo
para aquellos que han completado su misión, es necesario, es debido y debe tomarse en serio: pasar un ‘tiempo de calidad’ con la familia y respetar las vacaciones como un tiempo para recargarse espiritual y físicamente; hay que aprender lo que enseña el Eclesiastés que ‘hay un tiempo para todo’”.
3 –
''La enfermedad del
endurecimiento mental y espiritual:.. Es la de los que, a lo
largo del camino, pierden la serenidad interior, la vivacidad y la audacia y no
son más ‘hombres de Dios’... Es la enfermedad de los que pierden ‘los
sentimientos de Jesús’”.para aquellos que han completado su misión, es necesario, es debido y debe tomarse en serio: pasar un ‘tiempo de calidad’ con la familia y respetar las vacaciones como un tiempo para recargarse espiritual y físicamente; hay que aprender lo que enseña el Eclesiastés que ‘hay un tiempo para todo’”.
4 – ''La enfermedad de la planificación
excesiva y el funcionalismo: Es cuando el apóstol planifica
todo minuciosamente y cree que haciendo así, las cosas efectivamente progresan,
convirtiéndose en un contador o contable...Se cae en esta enfermedad porque
siempre es más fácil y cómodo quedarse en la propia posición estática e
inmutable. De hecho, la Iglesia se muestra fiel al Espíritu Santo en la medida
en que no pretende regularlo ni domesticarlo... Él es la frescura, la fantasía,
la innovación".
5 – ''La enfermedad de la mala coordinación:
Sucede cuando los miembros pierden la comunión entre sí y el cuerpo pierde la
funcionalidad armoniosa y la templanza convirtiéndose en una orquesta que hace
ruido porque sus miembros no cooperan y no viven el espíritu de comunión y
equipo''.
6 – ''La enfermedad de Alzheimer espiritual:
Es decir, la de olvidar la ‘historia de la salvación’ la historia personal con
el Señor, el ‘primer amor’. Es una disminución progresiva de las facultades
espirituales... Lo vemos en los que han perdido el recuerdo de su encuentro con
el Señor...en los que construyen muros alrededor de sí mismos y se convierten,
cada vez más, en esclavos de las costumbres y de los ídolos que han esculpido
con sus propias manos''.
7 – ''La enfermedad de la rivalidad y la
vanagloria: Pasa cuando la apariencia, las insignias de honor
se convierten en el principal objetivo de la vida... Es la enfermedad que nos lleva a
ser hombres y mujeres falsos y a vivir una ‘mística’ falsa y un falso
‘quietismo’”.
8 – ''La enfermedad de la esquizofrenia
existencial: Es la enfermedad de los que viven una doble vida,
fruto de la hipocresía típica de los mediocres y del progresivo vacío espiritual
que ni grados ni títulos académicos pueden llenar. Se crean así su propio mundo
paralelo, donde dejan a un lado todo lo que enseñan con severidad a los demás y
empiezan a vivir una vida oculta y, a menudo, disoluta''.
9 – ''La enfermedad de las habladurías,
de la murmuración, del cotilleo: Es una enfermedad grave que comienza con
facilidad, tal vez sólo para charlar, pero que se apodera de la persona
convirtiéndola en ‘sembradora de cizaña’ (como Satanás), y en muchos casos en
‘asesino a sangre fría’ de la fama de sus colegas y hermanos. Es la enfermedad
de las personas cobardes que por no tener valor de hablar a la cara, hablan a
las espaldas''.
10 – ''La enfermedad de divinizar a los jefes:
Es la enfermedad de los que cortejan a los superiores, con la esperanza de
conseguir su benevolencia. Son víctimas del arribismo y del oportunismo, honran
a las personas y no a Dios. Son personas que viven el servicio pensando sólo en
lo que tienen que conseguir y no en lo que tienen que dar.
11 – ''La enfermedad de la indiferencia hacia
los demás: Es cuando todo el mundo piensa sólo en sí mismo y
pierde la sinceridad y la calidez de las relaciones humanas. Cuando, por celos
se siente alegría al ver que otros caen en lugar de levantarlos y animarlos”.
12 – ''La enfermedad de la cara de funeral:
Es decir, la de las personas rudas y sombrías, que consideren que para ser
serios hace falta pintarse la cara de melancolía, de severidad y tratar a los
demás con rigidez, dureza y arrogancia. En realidad, la severidad teatral y el
pesimismo estéril son a menudo los síntomas del miedo y la inseguridad en sí
mismo”.
13 – ''La enfermedad de la acumulación:
Cuando el apóstol busca llenar un vacío existencial en su corazón acumulando
bienes materiales, no por necesidad, sino simplemente para sentirse seguro... La
acumulación solamente pesa y ralentiza el camino inexorablemente”.
14 – ''La enfermedad de los círculos cerrados:
Donde la pertenencia al grupo se vuelve más fuerte que la del Cuerpo y, en
algunas situaciones que la de a Cristo mismo.
15 – ''La enfermedad de la ganancia mundana,
del lucimiento: Cuando el apóstol transforma su servicio en poder. Es la
enfermedad de la gente que busca insaciablemente multiplicar su poder y para
ello son capaces de calumniar, difamar y desacreditar a los demás. Naturalmente
para lucirse y demostrarse más capaces que los otros”.
“Hermanos,
tales enfermedades y tentaciones son naturalmente un peligro para cada
cristiano y cada curia, comunidad, congregación, parroquia, movimiento eclesial
y pueden golpear a nivel individual y comunitario”. Ante ello, aseguró que
“solo el Espíritu Santo – el ánima del Cuerpo Místico de Cristo, como lo afirma
el Credo Niceno Constantinopolitano: ‘Creo…en el Espíritu Santo, Señor y
vivificador-, sana toda enfermedad. Es el Espíritu Santo que sostiene cada
sincero esfuerzo de purificación y toda buena voluntad de conversión. Él nos
hace entender que cada miembro participa en la santificación del cuerpo y a su
debilitamiento”.
“La
curación – indicó Francisco- es también fruto de la conciencia de la enfermedad
y de la decisión personal y comunitaria de curarse soportando pacientemente y
con perseverancia la cura”.
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