Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu
santa Cruz redimiste al mundo.
Del Evangelio según san Lucas
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros... Esta copa es la nueva
alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros».[2]
Del Evangelio según san Marcos
«Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: “¿Qué hago con el que
llamáis rey de los judíos?”. Ellos gritaron de nuevo: “¡Crucifícalo!”... Y
Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús,
después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran».[3]
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Acabo de celebrar la Pascua con mis discípulos. Era algo que había
deseado ardientemente:[4] la
última Pascua, antes de la pasión, antes de volver a ti. Pero, de pronto, se ha
visto alterada. El diablo había metido en la cabeza de un discípulo mío que me
traicionara.[5]En
el huerto de Getsemaní ha venido hacia mí. Con un gesto que es expresión de
amor, me ha saludado diciéndome: «Salve, Maestro». Y me ha besado.[6] ¡Qué
amargura en aquel momento!
Durante la cena, te he suplicado, Padre, que guardes a mis discípulos en
tu nombre, para que sean uno, como nosotros.[7]
Nuestra resonancia
Señor Jesús, nosotros somos todavía más frágiles en la fe que los
primeros discípulos. También nosotros corremos el riesgo de traicionarte,
cuando tu amor debería alentarnos a amarte cada vez más.
Nos hace falta oración, vigilancia, sinceridad y verdad. Así, la fe
crecerá. Y será fuerte y gozosa.
Oremos
Protegidos por la Eucaristía
«El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, nos guarden para la vida eterna».[8]Que este milagro se cumpla en los sacerdotes que presiden la Eucaristía y en todos nosotros, los fieles, que nos acercamos al altar para recibirte a ti, Pan vivo bajado del cielo.
«El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, nos guarden para la vida eterna».[8]Que este milagro se cumpla en los sacerdotes que presiden la Eucaristía y en todos nosotros, los fieles, que nos acercamos al altar para recibirte a ti, Pan vivo bajado del cielo.
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- SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús con la cruz a cuestas
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu
santa Cruz redimiste al mundo.
Del Evangelio según San Marcos: «Terminada la burla, le quitaron la
púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo».[9]
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Me rodean los soldados del gobernador. Para ellos, ya no soy una
persona, sino un objeto. Quieren divertirse conmigo, burlarse de mí. Por eso me
visten de rey. Han preparado incluso una corona, pero de espinas. Me golpean en
la cabeza con una caña. Me escupen. Me sacan afuera.[10]
Resuenan en mí las dramáticas palabras del profeta Isaías sobre el
Siervo del Señor. Dicen de él que no tiene aspecto atrayente; que es
despreciado, varón de dolores, como un cordero llevado al matadero; que es
arrancado de la tierra de los vivos, maltratado hasta la muerte. Ese Siervo soy
yo, para desvelar la grandeza del amor de Dios por el hombre.[11]
Nuestra resonancia
Tú, Jesús, has sido «contado entre los pecadores».[12].
En la primera generación cristiana, precisamente por hablar públicamente de ti,
Pedro y Juan, Pablo y Silas, entraron en prisión[13].
Así ha ocurrido muchas veces a lo largo de los siglos.
También en nuestros días hay hombres y mujeres que son encarcelados,
condenados e incluso asesinados simplemente por ser creyentes o por su
compromiso en favor de la justicia y la paz. Ellos no se avergüenzan de tu
cruz. Son ejemplos admirables para que los imitemos.
Oremos con las palabras de un mártir, el paquistaní Shahbaz Bhatti,
Ministro de las Minorías, fue asesinado por un grupo de hombres armados. En su
testamento espiritual escribe:
«Recuerdo que un viernes de Pascua, cuando sólo
tenía trece años, escuché un sermón sobre el sacrificio de Jesús por nuestra
redención y por la salvación del mundo. Y pensé corresponder a su amor dando
amor a nuestros hermanos y hermanas, poniéndome al servicio de los cristianos,
especialmente de los pobres, los necesitados y los perseguidos que viven en
este país islámico.
Quiero que mi vida, mi carácter, mis actos, hablen
por mí y digan que estoy siguiendo a Jesucristo. Este deseo es tan fuerte en
mí, que me sentiría privilegiado si Jesús aceptara el sacrificio de mi vida».
A la luz de este testimonio, oremos: Señor Jesús,
conforta interiormente a los perseguidos. Que se extienda por todo el mundo el
derecho fundamental a la libertad religiosa. Te damos gracias por todos
aquellos que, como «ángeles», ofrecen maravillosos signos de la venida de tu
Reino.
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- TERCERA ESTACIÓN
Jesús cae bajo el peso de la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Del Libro del profeta Isaías
«Él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros
crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron».[14]
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Me tambaleo al dar los primeros pasos hacia el Calvario. He perdido ya
mucha sangre. Me resulta difícil sostener el peso del madero que he de llevar.
Y caigo a tierra.
Alguien me levanta. A mi alrededor veo mucha gente. Entre ellos, hay
quien me quiere bien. Otros son sólo curiosos. Pienso en Juan Bautista que, al
comienzo de mi vida pública, dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo».[15] Ahora
se revela la verdad de esas palabras.
Nuestra resonancia
Señor Jesús, en este día no podemos parecernos al fariseo que se ensalza
a sí mismo, sino al publicano que no se atreve siquiera a levantar la cabeza.[16] Como
él, te pedimos con confianza, a ti que eres el Cordero de Dios, perdón por
nuestros pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Meditando sobre el peso de tu cruz, no nos avergonzaremos de hacer sobre
nuestro cuerpo la señal de la cruz: «Es una ayuda eficaz: gratuita para los
pobres y, para quien es débil, no exige ningún esfuerzo. Se trata, ciertamente,
de una gracia de Dios».[17]
Oremos
Tu Hijo ha compartido nuestra vida humana
Te alabamos, Padre santo, porque muchas veces, a través de los profetas
nos has enseñado a esperar tu salvación. Te alabamos porque tanto amaste al
mundo, que nos enviaste a tu Hijo único. Para cumplir tus designios, él
compartió en todo nuestra condición humana, menos en el pecado; anunció la
salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y la alegría a los
afligidos.[18]
Gracias, Padre.
Todos: PADRE NUESTRO… Ave Maria
- CUARTA ESTACIÓN
Jesús se encuentra con su Madre
Una espada traspasa su alma
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu
santa Cruz redimiste al mundo.
Del Evangelio según san Lucas: «Simeón los bendijo diciendo a María,
su madre: “Mira, este está puesto para que muchos en Israel caigan y se
levanten; será como una bandera discutida; así quedará clara la actitud de
muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma”… Su madre
conservaba todo esto en su corazón».[19]
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Mi Madre está entre la gente. Mi corazón late con fuerza. No consigo
verla bien. La sangre me cubre la cara.
Cuando tenía cuarenta días, me llevaron al Templo para presentar la
ofrenda, según la Ley de Moisés. A mis padres les habló un profeta. Se llamaba
Simeón. Me tomó en brazos. Dijo que yo sería «una bandera discutida» y que a mi
madre «una espada le traspasaría el alma». Palabras que en este momento se han
hecho amarga realidad para ambos. Hoy se realiza plenamente la ofrenda de aquel
día.[20]
Resonancia de María
«¡Ay de mí! ¿Qué veo? Hijo mío, de estirpe divina. ¡Te arrastran las
manos de esos criminales y lo soportas! Te conducen a las cadenas y por tu
propia voluntad te diriges hacia ellas, tú que eres quien libra de sus cadenas
al linaje de los encadenados… ¡Yo me muero! Dime, dime una sola palabra, tú,
Palabra de Dios Padre; no, no pases en silencio ante la esclava convertida en
madre».[21]
Señor Jesús, el drama que afrontas junto a tu Madre por una callejuela
de Jerusalén nos hace pensar en tantas tragedias familiares de nuestro mundo.
Hay para todos: madres, padres, hijos, abuelos y abuelas. Es fácil juzgar a los
demás, pero lo más importante es saber ponerse en su lugar y ayudarles en la
medida de lo posible. Lo intentaremos.
Oremos
«Haced lo que él os diga»
María Santísima, madre de Jesús, esposa de José, te pedimos que
acompañes el Sínodo de los Obispos dedicado a la familia. Intercede por el
Papa, por los Obispos y por cuantos están directamente involucrados en él. Que
sean dóciles al Espíritu Santo y logren discernir con acierto. Que tengan
siempre presente lo que dice el salmo: «La misericordia y la verdad se
encontrarán».[22] En
Caná, tú, María, dijiste a los siervos: «Haced lo que él os diga».[23] Acude
en ayuda de los esposos y a los padres cristianos, llamados a dar testimonio de
la belleza de una familia inspirada y guiada por las enseñanzas de Jesús.
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- QUINTA ESTACIÓN
El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz
Regresando del campo
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu
santa Cruz redimiste al mundo.
Del Evangelio según San Lucas: «Mientras lo conducían, echaron mano
de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para
que la llevase detrás de Jesús».[24]
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Oigo gritos a mi alrededor. Toman a la fuerza a un campesino que pasaba
por allí, seguramente por casualidad. Sin muchas explicaciones, lo obligan a
llevar mi peso. Me siento aliviado. Le mandan que vaya detrás de mí. Iremos
juntos hasta el lugar de mi suplicio.
Más de una vez, predicando el Reino de Dios, dije: «Quien no
lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío».[25] Sin
embargo, ahora este hombre carga incluso con la mía. Quizás ni siquiera sabe
quién soy, pero igualmente me ayuda y me sigue.
Nuestra resonancia en alabanza de Simón
«Dichoso tú, Simón, que durante la vida llevaste la cruz detrás de
nuestro Rey. Los que llevan las insignias de los reyes se sienten orgullosos,
pero los reyes y sus insignias pasarán. Dichosas tus manos que levantaron y
llevaron en procesión la cruz de Jesús que nos dio la vida».[26]
Señor, quizás también para algunos de nosotros el encuentro contigo
sucedió de modo fortuito. Pero luego se ha hecho más profundo.
Consideramos un gran don de tu gracia que no falten entre nosotros
cirineos, que lleven la cruz de los otros. Lo hacen con perseverancia. Los
motiva el amor. Su presencia es fuente de esperanza. Ponen en práctica la
invitación de san Pablo: «Llevad los unos las cargas de los otros».[27] Y
así cuidan de sus hermanos.
Oremos
¿Quién no tiene necesidad de un cirineo?
Señor Jesús, tú has dicho que «hay más dicha en dar que en recibir».[28] Haznos
disponibles para que también nosotros llevemos a cabo la tarea del «cirineo».
Que quien vea nuestra forma de vida se sienta animado al vernos cultivar lo
bello, lo justo, lo verdadero, lo esencial. Que quien sea frágil nos vea
humildes porque, en muchos aspectos, también nosotros somos frágiles. Que quien
reciba de nosotros signos de gratuidad perciba que nosotros mismos tenemos mil
motivos para decir «gracias». Que quien no pueda correr se sienta tranquilo,
porque le queremos. Estamos dispuestos a ir más despacio: no queremos dejarlo
atrás.
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- SEXTA ESTACIÓN
La Verónica enjuga el rostro de Jesús
Discípulas
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu
santa Cruz redimiste al mundo.
Del Evangelio según San Lucas
«En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo
en pueblo, predicando la Buena Noticia del Reino de Dios; lo acompañaban los
Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades:
María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de
Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus
bienes».[29]
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Entre la multitud hay muchas mujeres. Su delicadeza impulsa a una de
ellas a acercarse para secarme el rostro. Este gesto me hace recordar otros
encuentros. Uno de ellos, hace una semana. Fui a cenar, por amistad, a Betania,
en casa de Marta, María y Lázaro. María me ungió los pies con óleo perfumado de
nardo auténtico. Se sorprendió cuando le dije que lo conservara para mi
sepultura.[30]
Me veo también sentado junto al pozo de Sicar. Estaba cansado y
sediento. Llega en aquel momento una mujer samaritana con un cántaro. Le pido
agua. Le hablo de un agua que salta hasta la vida eterna. Parece que esperaba
este don para abrir su corazón. Quería contarme todo sobre ella. La vi
maravillada profundizando en su propia conciencia. Volvió a su pueblo hablando
de mí y diciendo: «¿Será este el Mesías?».[31]
Nuestra resonancia
Señor Jesús, esta tarde, entre nosotros, la presencia femenina es
significativa. En los Evangelios, las mujeres tienen un lugar destacado. Os
ayudaron a ti y a los apóstoles. Algunas de ellas estuvieron presentes en tu
pasión. Y fueron las primeras en anunciar tu resurrección.
El genio femenino nos lleva a vivir la fe con afecto
hacia ti.[32] Nos
lo enseñan todos los santos. Queremos seguir sus huellas.
Oremos
El don de la maternidad espiritual
Señor Jesús, las mujeres sostienen en gran medida el anuncio de la fe en
el mundo y el camino de las comunidades cristianas. Haz que sigan siendo
testigos de esa felicidad que brota del encuentro contigo y que constituye el
secreto profundo de sus vidas. Cuídalas como signo luminoso de maternidad junto
a los últimos que, en sus corazones, son los primeros.
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- SÉPTIMA ESTACIÓN
Jesús cae por segunda vez
«No te quedes lejos de mí»[33]
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu
santa Cruz redimiste al mundo.
Del Evangelio según san Mateo
«Jesús fue con sus discípulos a un huerto, llamado Getsemaní, a orar. Y
llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a
angustiarse. Entonces dijo: “Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad
conmigo”. Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
“Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga
lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”».[34]
Del Evangelio según san Lucas: «Se le apareció un ángel del cielo,
que lo animaba. En medio de su angustia, oraba con más insistencia. Y le bajaba
hasta el suelo un sudor como de gotas de sangre».[35]
Sentimientos y pensamientos de Jesús
No es sólo cansancio físico. Es algo más profundo lo que me pasa. Ayer
tarde estuve un buen rato postrado en oración al Padre. Mi sudor era como gotas
de sangre. Estaba ya en agonía. Estoy viviendo la experiencia extrema y difícil
de todo ser humano que se acerca a la muerte. Gracias, Padre, por haberme
enviado en ese momento un ángel del cielo a consolarme.
Nuestra resonancia
Señor Jesús, ¡qué abismo de tristeza en tantas almas heridas por la
soledad, el abandono, la indiferencia, la enfermedad, la muerte de un ser
querido!
Inconmensurable, el dolor de cuantos sufren la crueldad de la violencia,
el odio de palabras falaces o se encuentran con corazones de piedra que hacen
llorar y llevan a la desesperación.
El corazón del hombre –el corazón de cada uno de nosotros– espera otra
cosa: el cuidado del amor. Tú, Jesús, nos lo enseñas a todos los hombres de
buena voluntad: Amaos los unos a los otros como yo os he amado.[36]
Oremos
Que mi corazón cuide y consuele
Que las puertas de mi corazón estén abiertas. Que sea grande como el
corazón de Dios. Que esté dispuesto a llevar esperanza, a ocuparse de los
demás, a escuchar, a poner bálsamo en las heridas, a iluminar a quien se encuentra
en tinieblas. Que cuide y consuele hoy, mañana y siempre.
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- OCTAVA ESTACIÓN
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén
«Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros sois la luz del mundo»[37]
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu
santa Cruz redimiste al mundo.
Del Evangelio según san Lucas
«Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban
golpes y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
“Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros
hijos”».[38]
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Hace pocos días que llegué a Jerusalén. Una comitiva de discípulos me
acogió haciendo fiesta con regocijo. Incluso me aclamaban diciendo: «Bendito
el que viene en el nombre del Señor».[39] En
medio de su sencillez, ese momento fue solemne. Sin embargo, no fue del agrado
de los fariseos. La fiesta no impidió que llorase al ver la ciudad.[40] Ahora
que voy exhausto al Gólgota, oigo voces de mujeres que se lloran por mí y se
dan golpes de pecho.
Nuestra resonancia
Señor Jesús, también hoy, viendo nuestras ciudades, tendrías motivos
para llorar. Quizás también nosotros estamos ciegos y no comprendemos el camino
de paz que tú nos indicas.[41]
Pero ahora sentimos como una llamada tuya lo que dijiste en el Sermón de
la Montaña: «Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios».
Y también cuando dijiste a tus discípulos: «Vosotros sois la sal de la
tierra… Vosotros sois la luz del mundo… Alumbre así vuestra luz a los hombres,
para que vean vuestras buenas obras y den gloria al Padre que está en el cielo».[42]
Oremos
A la luz de la Jerusalén del cielo
Señor y Dios nuestro, nos has llamado a la Jerusalén del cielo, que es
la tienda de Dios con los hombres. Nos has prometido que allí enjugarás las
lágrimas de nuestros ojos, que no habrá ya muerte, ni luto, ni llanto, ni
dolor. Tú serás nuestro Dios y nosotros seremos tu pueblo.[43] Preserva
en nosotros la esperanza de que, después de sembrar con lágrimas, llegará el
momento gozoso de recoger las gavillas.[44]
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- NOVENA ESTACIÓN
Jesús cae por tercera vez
El “viaje” de Jesús
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu
santa Cruz redimiste al mundo.
Del Evangelio según san Juan: «Salí del Padre y he venido al mundo,
otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».[45]
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Mi camino terreno llega a su fin. Cuando nací, mi madre me puso en un
pesebre[46].
He pasado casi toda mi vida en Nazaret. He formado parte de la historia del
pueblo elegido.
Como enviado itinerante del Padre, he anunciado la amplitud de su amor,
en el que todos caben; la extensión de su amor, que se mantiene fiel a lo largo
todas las generaciones; la altitud de su amor, esperanza que vence incluso a la
muerte;[47] y
la profundidad de su amor, que no me ha enviado para los justos, sino para los
pecadores.[48]
Muchos escucharon mi palabra y me siguieron, convirtiéndose en
discípulos míos; otros no me comprendieron. Algunos me rechazaron y, al final,
me condenaron. Pero, en este momento, más que nunca, me siento llamado a
revelar el amor de Dios por los hombres. [49]
Nuestra resonancia
Señor Jesús, ante tu amor y el amor del Padre, nos preguntamos si no nos
estaremos dejando contagiar por el mundo, que considera tu pasión y muerte «necedad
y escándalo», siendo así que es «fuerza y sabiduría de Dios».[50] ¿No
estaremos siendo cristianos tibios, cuando tu amor es un misterio de fuego?
¿Nos damos cuenta de que antes de que Dios viniese a nosotros,
ni siquiera sabíamos quién era Dios? Cuando tú, Hijo Unigénito,
llegaste, Dios, que nos hizo a su imagen, nos permitió levantar los
ojos a él y nos prometió el Reino de los cielos. ¿Cómo no amar a
Aquel que nos ha amado primero»?[51]
Oremos
«Abba, Padre»
Señor y Dios nuestro, nos atrevemos a llamarte «Padre nuestro».
Sentirnos hijos tuyos es un don maravilloso del que te estaremos eternamente
agradecidos. Sabemos, Padre, que no somos una mota de polvo en el universo. Nos
has dado una gran dignidad, nos has llamado a ser libres. Líbranos de toda
forma de esclavitud. No dejes que nos perdamos lejos de ti. Padre, cuida de
cada uno de nosotros. Cuida de todos los hombres sobre la faz de tierra.
Todos: PADRE NUESTRO… Ave Maria
- DÉCIMA ESTACIÓN
Jesús es despojado de sus vestiduras
La túnica
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu
santa Cruz redimiste al mundo.
Del Libro de los Salmos
«Se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica».[52]
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Me quedo en silencio. Me siento humillado por un gesto aparentemente
banal. Hace horas que me quitaron la ropa. Pienso en mi Madre, aquí presente.
Mi humillación es también la suya. También de esta manera una espada traspasó su
alma. A ella le debía la túnica que me arrebataron. Era un símbolo de su amor
por mí.[53]
Nuestra resonancia
Tu túnica, Señor, nos lleva a meditar en un momento de gracia y también
en todas las veces que se viola la dignidad del hombre.
La gracia es la del Bautismo. Al niño que acaba de convertirse en
cristiano, se le dice: «Eres ya nueva creatura y has sido revestido de
Cristo. Esta vestidura blanca sea signo de tu dignidad de cristiano. Ayudado
por la palabra y el ejemplo de los tuyos, consérvala sin mancha hasta la vida
eterna».[54] Esta
es la verdad más profunda de la existencia humana.
Al mismo tiempo, el amor con que cuidas a todas las criaturas nos lleva
también a pensar en situaciones terribles: el tráfico de seres humanos, los
niños soldados, el trabajo esclavo, los niños y adolescentes a los que han
robado su inocencia, heridos en su intimidad, profanados sin piedad.
Tú nos haces pedir humildemente perdón a cuantos sufren estos ultrajes y
rezar para que finalmente se despierte la conciencia de los que oscurecen el
cielo en la vida de los demás. Ante ti, Señor Jesús, renovamos nuestro
propósito de «vencer el mal con el bien».[55]
Oremos
Las dos vías
«Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra
por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino
que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un
árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan
sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin».[56]
Todos: PADRE NUESTRO… Ave Maria
- UNDÉCIMA ESTACIÓN
Jesús es clavado en la cruz
La suprema cátedra del amor de Dios
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu
santa Cruz redimiste al mundo.
Del Evangelio según san Juan
«Entonces se lo entregó para que lo crucificaran… Y Pilato escribió
un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: Jesús el
Nazareno, el rey de los judíos».[57]
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Me están taladrando los pies y las manos. Los brazos estirados. Los
clavos atraviesan mi carne con dolor. Tengo el cuerpo inmovilizado, pero libre
el corazón, y con esa libertad fui hacia mi pasión.[58] Libre,
porque está lleno de amor, de un amor que quiere incluir a todos.
Miro a los que me crucifican. Pienso en los que se lo han mandado: «Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen».[59] Junto
a mí hay otros dos condenados a morir en cruz. Uno de ellos me pide que me
acuerde de él cuando esté en mi reino. Sí –le digo–, «hoy estarás
conmigo en el paraíso».[60]
Nuestra resonancia
Te vemos, Señor Jesús, clavado en la cruz. Y nos asaltan preguntas
apremiantes: ¿Cuándo quedará abolida la pena de muerte, vigente aún hoy en
numerosos Estados? ¿Cuándo desaparecerá todo tipo de tortura y la muerte
violenta de personas inocentes? Tu Evangelio es la mejor defensa para el
hombre, para todos los hombres.
Oremos
«Ten piedad de nosotros»
Señor Jesús, tú aceptaste la cruz para enseñarnos a dar nuestra vida por
amor;
en la hora de la muerte, escuchaste al ladrón arrepentido.
Salvador inocente, fuiste contado entre los malhechores
y te sometiste al juicio de los pecadores.[61]
Ten piedad de nosotros.
en la hora de la muerte, escuchaste al ladrón arrepentido.
Salvador inocente, fuiste contado entre los malhechores
y te sometiste al juicio de los pecadores.[61]
Ten piedad de nosotros.
Todos: PADRE NUESTRO… Ave Maria
- DUODÉCIMA ESTACIÓN
Jesús muere en la cruz
Señor, te necesitamos» (Beato Pablo VI)
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu
santa Cruz redimiste al mundo.
Palabras de Jesús en la cruz
Jesús dijo a voz en grito: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?».[62] Después,
dirigiéndose a su Madre, dijo: «Mujer, ahí tienes a tu hijo»; y al
discípulo Juan: «Ahí tienes a tu madre».[63] Añadió:
«Tengo sed»;[64] dijo:
«Está cumplido»;[65] y,
finalmente: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».[66]
Nuestra resonancia
En la cruz, Jesús, rezaste. Así viviste el momento culminante de tu
vocación y misión.
Te dirigiste a tu Madre y al discípulo Juan. A través de ellos, nos
hablabas también a nosotros. Nos confiaste a tu Madre. Nos pediste que la
acogiéramos en nuestra vida, para que nos cuidase a nosotros igual que cuidó de
ti.
Nos impresiona mucho que, en tu larga agonía de horas, te hayas dirigido
a voz en grito a Dios con las palabras del salmo 21, que expresan los
sufrimientos, pero también las esperanzas del justo.
El evangelista Lucas recuerda que, poco antes de morir, dijiste: «Padre,
a tus manos encomiendo mi espíritu».[67] La
respuesta que el Padre dará será tu resurrección.
Oremos
«Omnia nobis est Christus» (San Ambrosio)
- «Te necesitamos, Señor, para saber quién somos y adónde vamos.
- Te necesitamos para reencontrar las verdaderas razones de la fraternidad entre los hombres, el fundamento de la justicia, los tesoros de la caridad, el sumo bien de la paz.
- Te necesitamos, gran Paciente de nuestros dolores, para conocer el sentido del sufrimiento.
- Te necesitamos, Vencedor de la muerte, para librarnos de la desesperación y del vacío.
- Te necesitamos, Señor, para aprender el amor verdadero y para proseguir, con la alegría y la fuerza de tu caridad, nuestro arduo camino hasta el encuentro final contigo, amado, esperado, bendito por los siglos».[68]
- Te necesitamos para reencontrar las verdaderas razones de la fraternidad entre los hombres, el fundamento de la justicia, los tesoros de la caridad, el sumo bien de la paz.
- Te necesitamos, gran Paciente de nuestros dolores, para conocer el sentido del sufrimiento.
- Te necesitamos, Vencedor de la muerte, para librarnos de la desesperación y del vacío.
- Te necesitamos, Señor, para aprender el amor verdadero y para proseguir, con la alegría y la fuerza de tu caridad, nuestro arduo camino hasta el encuentro final contigo, amado, esperado, bendito por los siglos».[68]
Todos: PADRE NUESTRO… Ave Maria
- DECIMOTERCERA ESTACIÓN
Jesús es bajado de la cruz
La vía regia para la Iglesia
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu
santa Cruz redimiste al mundo.
Del Evangelio según san Mateo
«El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús… dijeron
aterrorizados: “Verdaderamente este era Hijo de Dios”. Había allí muchas
mujeres… Entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y de José,
y la madre de los hijos de Zebedeo».[69]
Jesús ha pasado de este mundo al Padre. Su pasión nos da la gracia de
descubrir, dentro de la historia, la pasión de Dios por el hombre. Los santos
han correspondido convirtiéndose en discípulos y apóstoles. A esto mismo
estamos llamados también nosotros.
Nuestra resonancia
- «En ti, Jesús –Palabra hecha carne–, estamos llamados a ser la
Iglesia de la misericordia.
- En ti –pobre por elección–, la Iglesia está llamada a ser pobre y amiga de los pobres.
- Contemplando tu rostro, el nuestro no podrá ser distinto del tuyo.
- Nuestra debilidad será fuerza y victoria si manifiesta la humildad y de la mansedumbre de nuestro Dios».[70]
- En ti –pobre por elección–, la Iglesia está llamada a ser pobre y amiga de los pobres.
- Contemplando tu rostro, el nuestro no podrá ser distinto del tuyo.
- Nuestra debilidad será fuerza y victoria si manifiesta la humildad y de la mansedumbre de nuestro Dios».[70]
Oremos
«Extiende, Padre, a toda la familia humana el reino de justicia y de
paz que has preparado por medio de tu Hijo Unigénito, nuestro rey y salvador,
de modo que los hombres tengan paz dulce y verdadera, los pobres encuentren
justicia, los afligidos sean consolados y todas las tribus de la tierra sean
bendecidas en él, nuestro Dios y Señor, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos».[71]
Todos: PADRE NUESTRO… Ave Maria
- DECIMOCUARTA ESTACIÓN
Jesús es puesto en el sepulcro
Protegidos para siempre
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu
santa Cruz redimiste al mundo.
Del Evangelio según san Juan
«Después de esto, José de Arimatea… pidió a Pilato que le dejara
llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato le autorizó. El fue entonces y se llevó
el cuerpo. Llegó también Nicodemo… y trajo unas cien libras de una
mixtura de mirra y áloe.Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en
los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos».[72]
Sentimientos de dos amigos de Jesús
El cuerpo de los condenados a la crucifixión no era considerado digno ni
siquiera de recibir sepultura. Sin embargo, dos hombres importantes, José de
Arimatea y Nicodemo, cuidaron con esmero del cuerpo de Jesús.
«¡Qué fortuna, para mí y para vosotros –nos dice José de Arimatea–, que
nos hayamos convertido en discípulos de Jesús![73] Yo
antes me escondía. Ahora, en cambio, siento dentro de mí una fuerte
determinación. Me he presentado incluso ante Pilato para obtener el cuerpo de
Jesús.[74] Más
que la determinación, me han movido el amor y la alegría. Estoy contento de
haber podido ofrecer una tumba nueva, escavada en la roca.[75] A
vosotros os digo: Amad a nuestro Salvador».
Nicodemo podría añadir: «Mi primer encuentro con Jesús fue en horas
nocturnas. Me invitó a nacer de nuevo, a nacer de lo alto.[76] Solamente
poco a poco he comprendido aquellas palabras suyas. Ahora estoy aquí para
honrar su cuerpo. Por eso, he comprado una mixtura de mirra y áloe.[77] Pero,
la verdad es que él ha hecho mucho más por mí: ha perfumado mi vida».
María habla a nuestro corazón
«Juan ha permanecido junto a mí. Al pie de la cruz, mi fe ha sufrido una
dura prueba. Como en Belén y después en Nazaret, también ahora medito todas
estas cosas en silencio.[78] Confío
en Dios. No he perdido mi esperanza de madre. Confiad también vosotros. Para
todos vosotros pido la gracia de una fe fuerte. Para aquellos que atraviesan
días de oscuridad, el consuelo».
Oremos
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita
tú eres entre todas la mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén.
Todos: PADRE NUESTRO… Ave Maria
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