domingo, 3 de mayo de 2015

¿Cómo dar fruto? ¿Con qué ojos miro los frutos?


La palabra de Dios de este domingo nos da distintas oportunidad de reflexión. (lecturas V dom Pascua)

De todas me parece oportuno poder subrayar dos, una de la primera lectura y otra del Evangelio.

Resultado de imagen de indice acusadorEn los hechos de los Apóstoles vemos los primeros pasos de Pablo que es reconocido por todos como “el ex perseguidor”, el ex… En esta actitud podemos reflejar algo común a todos nosotros, mirar el pasado, juzgar las personas por su pasado más que por su presente.

Resultado de imagen de murmurarCuantos dedos acusadores o frases murmuradas al oído para recordar el pasado de la otra persona. Pero al mismo tiempo cuantas veces mirándonos a nosotros mismo nos vemos con los ojos de nuestra historia anterior más que vernos con los ojos de Dios que mira a nuestra persona actual. Sin duda alguna este texto nos empuja a tomar en consideración cual es nuestra real experiencia de perdón.
Necesitamos entonces tener la mirada de Dios, más aún… ¡su mismo corazón! Si no es así, estamos perdidos…

Resultado de imagen de mirada de JesúsEn el Evangelio el mismo Jesús nos dice de manera directa “sin mí no pueden hacer nada” (Juan 15,5). Una afirmación muy fuerte y presumida si no viniera de la boca del Cordero manso. Explica plásticamente esta dependencia de él con el ejemplo de la vid y los sarmientos. Nos recuerda que de los frutos se reconoce la planta y que una rama puede dar frutos solamente quedándose unida íntimamente a la planta, alimentándose de su savia. Es la misma segunda lectura que nos recuerda que es nuestra vida, nuestras acciones cotidianas, que tienen que estar empapadas, llenas de la presencia de Dios. Cada acción de nuestra jornada tiene que reflejar y anunciar a Dios.

No podemos, en lo profundo de nuestra conciencia, no preguntarnos si eso se realiza en nuestra existencia.
Resultado de imagen de la vid y los sarmientosEse domingo Dios nos pide tener la docilidad de la vid que se hace “podar para dar más fruto”.
Dejemos que el Viñador pueda realizar sus podas en nosotros mismos y así hacer que nuestra vida lleve siempre más frutos abundantes de felicidad.

Mingo omi

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