La Palabra nos hace volver atrás unos meses, a la
celebración del jueves Santo cuando recordamos solemnemente la institución de
la Eucaristía.
Entonces ¿Por qué a distancia de unos meses la liturgia parece
volver subrayar el tema de la Eucaristía? ¿Qué sentido tiene para nosotros en
este momento celebrar esta fiesta?
No podemos olvidarnos el contexto donde nació esta fiesta. Para
contrastar herejías que no creían en la presencia de Cristo en el cuerpo eucarístico
en el siglo XII se iniciaron a darse las procesiones eucarísticas (del Corpus…) y en el siglo XV con el
Concilio de Trento en oposición a la corriente luterana se declaró el dogma
donde se presenta que “verdaderamente en el Sacramento de la Eucaristía, se
hallan verdadera, real y sustancialmente presentes el Cuerpo y la Sangre de
Jesucristo” y que “las especies de pan y vino permanecen Cuerpo y Sangre de
Cristo después del Sacrificio Eucarístico”.
Creo que es esta nuestra fe… Preguntémonos entonces que
puede decirnos hoy esta fiesta a distancia de 500 años de su creación.
Así como el Evangelio mismo de esta fiesta nos hace volver
al Jueves Santo, donde Cristo instituye la Eucaristía, así creo hay que
recordar este momento de la vida de Jesús para encontrar el significado hodierno
para nosotros.
Si vamos a lo que el Evangelio nos recuerda del jueves Santo
recordamos que antes del relato eucarístico hay otro no menos importante: Jesús
lava los pies a sus discípulos…
Termina este gesto diciendo: “si yo, el Señor y el Maestro,
he lavado sus pies, Uds. también deben lavarse los pies los unos a los otros”.
Otra realidad que sería buena subrayar son las palabras de
Jesús que ofreciendo el cáliz dice: “Esta es mi sangre de la Alianza, que es
derramada por muchos”. Jesús instituye una nueva alianza, un nuevo pacto con
toda la humanidad y al mismo tiempo con cada uno de nosotros.
En cada celebración eucarística recordamos esta entrega por
Amor de Jesús y cada misa nos da a través de la presencia eucarística de Jesús
la fuerza para responder con nuestro SI a este pacto.
Esa fidelidad a la
Alianza con Dios podemos expresarla exteriormente a través de dos cosas: vivir
el servicio reciproco que nos dejó Jesús con el lavatorio de los pies, hacer nuestra
parte para que el anuncio de esta Alianza de Amor llegue a todos los hombres,
dar vida a las palabras derramada por
muchos…
Esa será nuestra misión, nuestra adoración del Corpus pasará
entonces a ser también encarnación.
Mingo omi
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