El Pueblo de Dios está constituido en su mayoría por fieles cristianos laicos. Ellos son llamados por Cristo como Iglesia, agentes y destinatarios de la Buena Noticia de la Salvación, a ejercer en el mundo, viña de Dios, una tarea evangelizadora indispensable.
Sin embargo se comprueba que la mayor parte de los bautizados no han tomado aún conciencia plena de su pertenencia a la Iglesia. Se sienten católicos, pero no Iglesia. Pocos asumen los valores cristianos como un elemento de su identidad cultural y por lo tanto no sienten la necesidad de un compromiso eclesial y evangelizador. Como consecuencia, el mundo del trabajo, de la política, de la economía, de la ciencia, del arte, de la literatura y de los medios de comunicación social no son guiados por criterios evangélicos.
Este día de oración por las vocaciones Laicas Oblatas, lo hemos elegido por ser el aniversario del nacimiento a la Vida Nueva de Fabiana Ferrari, (miembro de los Laicos Asociados) y porque coincidiendo con la Semana Oblata pretende reafirmar nuestro compromiso de Laicos en la oración a través del recuerdo de la vida de Fabiana.
A través de su presencia pudimos ver y contagiarnos de alegría, iniciativa, audacia, decisión, esperanza, sueños, pero sobretodo de deseos de servir, de vivir y compartir el Evangelio.
….“UNA FAMILIA TODOS JUNTOS FORMAMOS…, así dice la canción y así es, formamos una familia muy especial que estoy segura fue también uno de los tantos sueños de Eugenio. Y que se hace realidad en estos tiempos en nuestro querido Uruguay naciendo esto maravilloso que hemos denominado Familia Oblata. Un grupo de laicos que vibrando con el carisma oblato y estando muy cerca de ellos, sienten la necesidad de donarlo a los demás, viviéndolo en primera persona. Es lo que hoy queremos vivir, nuestra familia no tiene mucho tiempo, hace ya aproximadamente unos años que es una realidad que va en camino y en el cual cada paso se hace más seguro y nos desafía a seguir a más. En éste desafío constante vamos creciendo día a día…
Una gran aspiración es poder compartir todo esto que sentimos y vivimos con ustedes y en especial contigo, que ahora estás leyendo este texto. Porque estoy segura que Dios quiere que en aquel lugar donde hay una Comunidad Oblata, ahí también deben estar aquellos “laicos enamorados” del Carisma, y así juntos propagarlo a los cuatro vientos. De ´esta manera nuestra familia, tu familia crecerá siempre más, formando (como decía San Eugenio) una familia en la que todos los que la componen, no quieren tener más que un corazón y un alma.” Esto tan lindo es lo que escribía y nos dejaba Fabiana en la novena oblata allá por el año 2003. Sus palabras y su vida las sentimos tan actuales como entonces y por eso quisimos compartirlas en esta nueva jornada de oración por las vocaciones laicas oblatas. Hoy podemos decir también que ser un laico oblato es una opción de vida, que nos hace felices y nos permite desarrollar nuestro ser cristiano con las particularidades que aporta el carisma oblato.
Es un regalo. Es la respuesta a un llamado, a una vocación.
Es una opción de vida, que implica: trabajo, compromiso de mente, corazón, inteligencia, voluntad, esfuerzo, disposición y también una respuesta concreta que lleva a un compromiso de entrega, servicio, misión, de formación, de construir, de renovación, de intentar ser y ayudar a otros a ser mejores personas, cristianos y santos.
Acción del día: Realizar una llamada a aquella persona de la comunidad con la que no hablamos mucho pero que nos recuerda lo lindo de ser católicos.
Te proponemos rezar…
“Mientras Jesús estaba todavía hablando a la muchedumbre, su madre y sus hermanos estaban de pie afuera, pues querían hablar con él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren hablar contigo.» Pero Jesús dijo al que le daba el recado: « ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» E indicando con la mano a sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Tomen a cualquiera que cumpla la voluntad de mi Padre de los Cielos, y ése es para mí un hermano, una hermana o una madre.»”. (Mt 12,46-50)
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