La primera es la que surge del
evangelio. Jesús va “a su pueblo” y encuentra la gente de allá que creía conocerlo porque sabían su
historia, lo habían visto a la vuelta en la plaza del pueblo o quien sabe
algunas veces había acompañado a José en sus trabajos de carpintero…
Esa actitud puede envolvernos
también a nosotros. Sea en relación con los demás cuando no logramos verlos “con
la mirada de Dios” (el salmo nos hacía decir “Nuestros ojos están en el Señor”)
y llegamos a conclusiones simplemente por apariencias o “chiusmeríos del pasado”
cerrándonos así a la novedad de vida que puede estar en cada persona que se
encuentra con Cristo.
Pero lo mismo nos puede pasar en relación a Dios
cuando estamos anclados a nuestras experiencias del pasado y no prestamos
atención a las varias invitaciones a algo nuevo que Él nos ofrece en la
cotidianidad a través de sus variadas voces. En esos casos nos puede pasar de
decir “pero si siempre fue así…!!!” o “lo mío (tiempo, energías, etc) ya lo di, ahora toca a otros…” cerrándonos entonces a la novedad y continuidad del camino de cada
discípulo de Cristo.
Pero si estamos abiertos a esta
novedad entonces nos pasa lo mismo que hemos escuchado en la primera lectura y
en la carta de San Pablo: somos llamados a ser profetas, anunciadores del
Reino.
Es una tarea ardua y si nos miramos a
nosotros mismos nos viene espontaneo achicarnos,
recordarnos de los tantos defectos e insuficiencia de nuestra persona… Pero nos
viene en ayuda la experiencia de Pablo que recuerda que “es Dios que llama y
acompaña”, que él nos llama a anunciarlo a partir de nuestra humanidad y
debilidades. Dios no cambia nuestra humanidad sino que nos aporta su gracia
para que con esa podamos testimoniarlo. Es la misma experiencia de la debilidad
que nos hace experimentar la Gracia. También para cada uno de nosotros son
directas las palabras “Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la
debilidad.”
Solamente teniendo la mirada de
Dios sobre la realidad en que vivimos podremos vivir nuestra misión de profetas
en nuestra sociedad.
Buen camino y a corregir la
mirada para ser verdaderos testigos
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